Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




viernes, 27 de mayo de 2011

(XLVI) Regreso al pasado (II)

Regreso al pasado (II)

Cuando te fuiste, cincuenta y dos minutos después, uno de los sujetos comenzó a presentar unas convulsiones tan elevadas que llegó a dañarse su propia espina dorsal. Fue impresionante. La fiebre subió a más de cuarenta grados y la sudoración era asombrosamente cuantiosa. La mirada perdida, tiñéndose de una especie de película blanca, como si de cataratas se tratase. Espuma por la boca, alaridos de agonía… horroroso, amigos… horroroso.  Al cabo de pocos minutos más, la persona a la que le fue administrada la primera vacuna, fallecía. Habíamos hecho lo que pudimos. Ahora nuestra esperanza estaba puesta en vosotros… pero al parecer el Pentágono ya tenía información de todo esto… Pero no voy a adelantar acontecimientos.
Cuatro horas después del fallecimiento, entramos en la sala. A pesar de varias contraposiciones, acordamos que se le practicara una autopsia. Según Norman y Neil, debíamos conocer el estado de los órganos.
Y… bueno, podéis imaginaros… No dio tiempo ni a preparar nada. Norman entró a la habitación para sacar otra muestra de sangre a nuestra única paciente… Dios mío… pobre Norman. Claro, todos estábamos con nuestro trabajo. Demasiadas preocupaciones rondaban por nuestras cabezas. Pues más se intensificaron.
Con la espalda dando al cadáver, éste, aun sin enterarnos, se abalanzó contra sus hombros y mordió su cuello, desgarrando por completo los tendones mientras se dejaban ver largos torrentes de sangre escapar de su rutinario recorrido… yo mismo sentí nauseas de tal carnicería. El susto y la agonía de nuestro querido Avril nos provocaron una inyección masiva de adrenalina.
El individuo no se separaba de él a pesar de los balanceos que daba el médico. Corrimos todos para prestar ayuda. Alex Oxford tiró fuertemente por los hombros a… bueno, lo que quisiera ser esa cosa; pero desgraciadamente se giró y se lanzó contra él. No pudimos hacer nada... Llevados por el pánico, algunos de nuestros colegas salieron fuera del laboratorio huyendo despavoridamente. Aunque increíble, no disponíamos de ningún armamento con el que defendernos. Sólo cualquier objeto que pudiera hacer su función. Esa cosa, sin piedad, salió de la sala buscándonos. Os lo juro por mis hijos, nunca vi nada igual. Esa mirada, esa sed de ingesta insaciable, esos jadeos… Joder, esos jadeos… el arrastrar de los andares, la indiferencia… Pero no podía ser, había muerto. Estaba muerto. Ni siquiera era un coma, era una muerte total. Pero andaba. El terror se apoderaba de nuestras almas y el instinto de supervivencia se activó. Al ver la amenaza, más compañeros corrieron fuera del laboratorio. Mientras, tras la ventana, observábamos atónitos cómo se incorporaba el recientemente fallecido cuerpo de Norman. Pálido, con los globos oculares totalmente blancos. Hombros caídos, manos marcadas por las venas… el ‘nuevo inquilino’ intentaba ponerse en pie mientras no nos perdía de vista con su penetrante mirada. Yo gritaba su nombre desesperadamente, pero no respondía a nada. Era exactamente igual que su predecesor. Mas su ‘vuelta a la vida’ fue mucho más rápida. Lo cual demuestra que no todos tienen el mismo tiempo de desarrollo.
Jessica Simons, a nuestro lado, corrió llevada por el pánico junto con otra compañera fuera del laboratorio, pero no del edificio, sino hacia el pasillo.
La criatura salió tras ellas a un ritmo lento, pero incansable. Por el retumbo de la puerta, oímos que entró en el habitáculo de los generadores de emergencia. Pero su compañera no corrió la misma suerte. Los gritos de auxilio y amargura acompañaron al sonido producido por el desgarro y la masca. Nombraba repetidamente mi nombre y el de Jessica… No olvidaré eso nunca, James, nunca podré hacerlo.
Por otro lado, teníamos ahí al cuerpo de Norman, saliendo de la sala y caminando hacia nosotros. Quedábamos Paula y yo. Intenté por todos los medios razonar con él, pero era imposible. Es como si no me oyera, pero está claro que pueden oír. Sólo quería devorarme. Cuanto más cerca estaba, más ansioso se mostraba. Alzaba los brazos para intentar cogerme…
Agarré entonces el microscopio y lo lancé contra su cara. Pero sólo le hizo retroceder un paso. No son débiles y tienen nuestra misma fuerza. Pedí ayuda a Paula para coger una mesa y arremeter contra él. Conseguimos tirarlo al suelo, pero no nos dio demasiado tiempo.
El ‘muerto’ que acabó con la compañera de Jessica apareció con restos de carne sobre sus dientes, chorreantes de sangre. Toda su boca estaba totalmente impregnada.
Corrimos hacia la salida e intentamos buscar ayuda. Suena estúpido, pero los nervios no nos dejaban actuar con serenidad. Nos escondimos donde pudimos para evadirlos, al menos por unos instantes. Nuestros ojos observaban asombrados e impotentes cómo los tres cuerpos que habían muerto totalmente (mi buen amigo Norman por una mortal herida, sin duda) caminaban perdidos hacia ningún sitio por las inmediaciones de Nome.

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