Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




sábado, 5 de marzo de 2011

(VI) 27 de Noviembre. En el avión

27 de Noviembre. En el avión.

Carl se levantó conmigo. Estrechó la mano al profesor y me dio un abrazo.
-Cuídate, tío, ¿eh? No vengas hecho un zombi.
-Tranquilo negrito – decía mientras sonreía – nos veremos en menos de lo que imaginas.
Carl lanzó una mirada al fondo del pasillo, no sé a qué lugar en concreto. Se volvió a dirigir a mí y me dijo sonriendo:
-Estoy seguro de ello.
-Buena suerte, Carl – le daba un apretón mientras tanto - Cuida del coche de mi sobrino.


-Sin dudarlo, señor. Gracias por todo, de verdad.
Así, lanzando una tímida sonrisa, el profesor me cogió del hombro y seguimos al hombre de negro, que no sé dónde nos acompañaría. Recorrimos gran parte del pasillo central del aeropuerto hasta que llegamos a una puerta de embarque que estaba cerrada al público con una cinta y un cartelito. Nuestro trajeado guía quitó el cordón y abrió la puerta dejándonos vía libre.
-Por favor, caminen hasta el final del túnel de embarque. Encontrarán un Jet.
El profesor me miró e hizo un gesto con la boca de no tener ni idea de lo que ocurría. Nosotros, no obstante, pasamos hasta el final del pasillo sin ningún problema. Llegamos a una puerta que estaba abierta. Se trataba de un Jet de lujo, equipado con todo tipo de detalles. ¡Joder, eso parecía el avión presidencial de Independence Day! Fastword hizo notar nuestra presencia al grito de “¿hola?”, al que un caballero también vestido de negro acudió. Nos llevó hasta la parte delantera del avión donde estaban el resto de científicos y científicas voluntarios que vi en la reunión de la Universidad.
-¡Buenos días, Fastword! Veo que has traído al muchacho definitivamente.
-Sí. Pude convencerle sin complicaciones. Es un buen chico.
-Y muy valiente al querer venir… o un insensato – decía riendo. Pero lo importante es que iremos. Oye Leonad tenemos que tratar ciertos aspectos antes de despegar.
-Muy bien, cuanto antes mejor.
-Entonces, vayamos junto al grupo. Pero tu alumno deberá esperar… - decía bajando el tono de voz.
-Sí, claro. Pero me gustaría que le llamases por su nombre. James, este es mi colega, el profesor Julius Jordan. Biólogo jefe de nuestra Universidad.
-Es un placer, joven – decía con entusiasmo y dando un fuerte apretón de manos.
-Lo mismo digo, señor. Es un honor.
El profesor se giró dirigiéndose a mí y apoyando su mano sobre mi hombro y me pidió que le esperase sentado en cualquier asiento. Aunque insistió en que, eligiese el que eligiese, le dejase al lado de la ventanilla.
Me coloqué al lado del ala derecha, junto al pasillo y esperé. Encendí mi ordenador portátil y me puse a trabajar y preparar la memoria y a anotar cosillas que podría y me gustaría recoger.
Estuvieron como poco más de media hora hablando de sus cosas. La verdad es que estaba intrigado, pero no fui capaz de levantarme e interrumpir. En poquito tiempo más, una voz grave, acompañada de la iluminación del indicador de ponerse el cinturón, anunció que el avión despegaría en pocos minutos. Todas las personas reunidas empezaron a movilizarse y ocupar sus asientos. No sé, quizá de unas cuarenta plazas disponibles, ocupamos alrededor de catorce.
El profesor Fastword se sentó conmigo poco después de escuchar la indicación de la megafonía. Me comentó que estuvieron hablando sobre lo que nos encontraríamos en Nome y cuál sería nuestra misión. Me explicó que podía viajar como acompañante suyo, pero no podía tener acceso ciertos contenidos, sólo a aquellos que me permitieran como ayudante recomendado de investigación, que no es poco.
Quería realizar una memoria digna, tanto para ser leída como para adjuntarla como renombre en un currículum; pero sin duda me moría por visitar Nome y ver aquello. Tenía que aprovechar la oportunidad que me estaban brindando.
Hablando de cada cosa un poco, tengo la suerte o desgracia, como se vea, de que los viajes se me hacen pesadísimos, de modo que dormí tras alcanzar la velocidad de crucero en el vuelo. Gracias a que cojo pronto el sueño, no me enteré casi del viaje y me pareció que pasaron cinco segundos cuando el profesor me despertó para advertirme de que estábamos llegando. Uno de los pasajeros se levantó y cogió el teléfono de megafonía y anunció algo como esto:
“Estimados compañeros. Estamos llegando a Nome. Puesto que la zona que visitaremos es víctima de la explosión de un arma biológica, deberán dirigirse al fondo del avión al aterrizar para ponerse cada uno un traje especial. Por favor, estén atentos a lo siguiente: Únicamente… ÚNICAMENTE podrán quitarse el traje en el laboratorio de investigación instalado en Nome. El equipo informático, radiación y demás llegaron hace horas y dejaron todo preparado. Gracias”
-Allá vamos, James. ¿Listo? – me dijo.
-Creo que sí. Si pudiera ver Nome desde aquí…
-Estamos casi sobre él, hijo.
-¿Cómo dice? Pero si hay nubes…
-Así es. Escalofriante, ¿verdad? – decía seriamente mirando por la ventana.

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