Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




viernes, 4 de marzo de 2011

(IV) Atardecer del 26 de Noviembre

Atardecer del 26 de Noviembre

Antes de ir a casa, decidí parar en la de mi mejor amigo: Carl. Un chico gracioso, algo extrovertido, más o menos de mi edad y muy, muy peculiar. Era de color y el mejor amigo que nadie podría tener. Me sentía honrado de tenerle como tal. Cuando era pequeño perdió a su familia en un accidente aéreo en un viaje de vacaciones, pero lo superó gracias a una familia de acogida. Tuvo una buena educación y ahora trabaja: es dueño de una carpintería metálica.
Entre unas cosas y otras, llegué a su casa al anochecer. Mejor fue, así le di tiempo para que saliera del trabajo. El taxi me llevó a su casa. Bajé tranquilamente, dando una bocanada de aire a la calle mientras miraba el cielo y me dirigí a su puerta.
-¡¡Jimmy!! ¿Qué te cuentas tío? –me dijo mientras me abrazaba.
-Nada, Carl. Venía a despedirme. Me voy a Alaska una temporada.
-¿Cómo? Eh, eh, eh tío, para el carro. Uuuuh, stop, stop. ¿Qué te vas dónde? – decía encorvado.
-A Alaska, al parecer Corea ha lanzado una bomba cerca de Nome, y nos han pedido que vayamos a investigar la zona junto a un equipo cualificado.
-¿Corea? Macho, no me jodas, ¿los chinitos? Pero… ¿¡con quién se creen que están jugando!? – decía mientras reía de forma alterada – ¡a besarme el culo es como los pondría yo!
-Bueno, bueno, Carl, siempre con tu culo – le dije riendo
-Es igual, hablaremos de Corea más tarde, pasa tío, ¡no te quedes ahí coño, ni que fueras un vendedor de enciclopedias!
-No, no. Tengo el tiempo ajustado. Sólo he venido para que lo supieras.
-Ah no, no, no. Tú no te vas ahí a que te pateen el culo y te me vuelvas convertido en un mutante.
-Tío, ¡estás loco! –dije dándole un empujón.
-Venga, ¿a quién hay que lamerles las nalgas para que me dejen ir contigo? – decía moviéndose al estilo rapero.
Lancé una carcajada delante de él…
-Desde luego, Carl, no vas a cambiar nunca. Ahora en serio. Es una investigación a nivel nacional. Somos estudiantes, iremos seguramente de bulto.
-Pues eso, yo también voy de bulto. Sí hombre, ¿me estás diciendo que volverás con cuatro brazos y a mí no me vas a dar esa oportunidad, aun sabiendo que tengo un taller? Ah no, tío. Yo voy contigo. Si alguien necesita más brazos, soy yo.
-No, Carl, no puedes. Mira, estamos tergiversando el tema. Tío, que he venido a…
-Ve a contarle al cura tus vivencias, yo voy. Jimmy, ahora en serio, voy contigo. No sé, invéntate algo, que soy ingeniero de bombas, que trabajo para la CIA, que soy astronauta, ¡yo qué sé!
-No sé, Carl… -decía dudoso.
-Vamos Jimmy, dudo mucho que se den cuenta.
Me costó entrar en situación y que fuera capaz de engañar a mi profesor y hacerle creer que Carl era alguien que entendía del tema. Bueno, supongo que al menos sabría fabricar el chasis de la bomba, añadiendo una top model desnuda, pero… en fin.
-No sé cómo haces para convencerme…
-¡Genial! Y ahora pasa, blanquito. Cuéntame quién soy, de dónde vengo y a dónde voy.
Pasé un largo rato con Carl aquella tarde. Estuvimos planeando qué es lo que estudiaría y sobre qué entendería para poder haber ido allí. Y lo más importante, quién le habría convocado.
Pronto llegó casi la media noche. Todo quedó más o menos preparado. La verdad es que, en el fondo, me sentía seguro si mi amigo me acompañaba. Se haría mucho más ameno con su presencia. Supongo que el aceptar su descabellado plan de ir fue el resultado de la inseguridad que sentía. No tardé en ir andando a casa, ya que estaba cerca de la de mi amigo.
Me resultaba durísimo decirles a mis padres que me iba al lugar donde habían lanzado un petardo nuclear. Lentamente, saqué mis llaves del bolsillo. Situé los dientes de las mismas hacia abajo, avancé despacio, como si no hubiera prisa, hacia la rendija de la cerradura. Introduje la llave con sigilo, suavemente, se escuchaban incluso las levas ajustarse a cada curva de la pieza metálica. Llegaba el momento de girar cuando mi padre abrió la puerta lentamente. Me miró durante unos instantes. Serio estaba, mordiéndose la parte interior de los labios, con un brazo colgando y otro en el bolsillo. Yo no sabía si decírselo ahora o esperarme… pero se adelantó.
-Te han llamado para ir allí, ¿verdad?
-¿Cómo lo sabes? – pregunté intrigado.
-La intuición, hijo… cosas de viejos. Anda, pasa.
Me rodeó la espalda con su brazo y me invitó a sentarme en el sofá. Estaba viendo las noticias.
-¿Y mamá? – pregunté.
-Ahora duerme. Se fue hace poco más de media hora. Pero dime – decía mientras llenaba un vaso con whisky - ¿irás?
- Supongo que sí. Carl vendrá conmigo. No te preocupes, papá, actualmente, las defensas del país están totalmente activadas, y es casi imposible que intenten atentar de nuevo contra Nome, supongo que habrá sido un lugar de prueba.
- O una trampa. Quién sabe. En cualquier caso, hijo, ten cuidado. Le diremos a tu madre que tuviste que salir a dar una conferencia a algún otro lugar del país, por ganar una beca o algo así, no sé, se me ocurrirá algo.
- Gracias, papá.
Se sentó a mi lado, me miró y dijo:
- Sabes… se pueden hacer dos cosas con los problemas: afrontarlos y darles la cara… o darte la vuelta y huir de ellos. Pero estos te perseguirán el resto de tu vida.
- Cierto. ¿Por qué dices eso?
- Consejos de padre. Algún día te gustará recordarlos – dijo sonriendo con entusiasmo. Y ahora, venga, prepara tu equipaje y arriba. No hay demasiado tiempo. Dependemos de gente como tú para averiguar lo que está pasando… y créeme… si son como tú, es reconfortante.
- ¡Anda ya, papá! Deja el whisky.
- Sí, tienes razón. Lo dejaré… pero en mi estómago – dijo antes de beberlo de un trago.
Subí a mi habitación e hice la maleta. No fue demasiado, relativamente. Equipaje suficiente para un par de semanas como mucho. Nada de valor, sólo ropa y utensilios de higiene. Al acabar, cerré la cremallera de la bolsa de viaje y me dejé caer de espaldas en la cama mientras por mi cabeza no podía dejar de pasar la idea de que estábamos en guerra. Joder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario