Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




domingo, 13 de marzo de 2011

(XVII) Amanecer del 29 de Noviembre.

Amanecer del 29 de Noviembre

-¡Joe, Joe! – le interrumpí mientras pulsaba el botón de la radio – diles que venimos en nombre de los científicos de Nome…
Joe, directamente, me dijo que me pusiera los cascos y me dirigiera a ellos. Como segundo aviso, volvieron a decir que estábamos invadiendo una zona restringida por el gobierno de EE.UU. Rápidamente saqué el tubito que me dio el profesor y rompí la tapa. Extraje el papel que llevaba dentro y vi un código escrito con máquina de escribir.
-Aquí James L. Jackson. Venimos por petición del equipo de científicos enviado a Nome. Les paso el código de acceso – decía nervioso.
Unos segundos que parecieron horas pasaron antes de que volvieran a comunicarse con nosotros.
-Confirme código, por favor – solicitó amablemente.
Sin distracción, le dije el código y, tras otro momento de mutis, verificó el acceso y nos dio vía libre para poder aterrizar. El operario nos comunicó que nos recibirían varias personas de las fuerzas armadas y nos llevarían a ver a un hombre importante, por el nombre que tenía.
Joe nos invitó a salir del aparato cuando aterrizamos y, sin los trajes especiales  puestos, fuimos ante el pequeño grupo de marines que había delante, comandados por un hombre vestido con un traje azul oscuro, bandas doradas en las mangas y numerosas condecoraciones.
-Caballeros – saludó dando un firme y serio apretón de manos – soy el coronel Sweetwater. Hagan el favor de acompañarme, si son tan amables.
Caminamos por toda la pista de aterrizaje y entramos a un edificio que daba a unas instalaciones subterráneas. Pasamos por unos pasillos algo extraños, parecidos a los de las naves típicas de Star Wars. Tras entrar en varios ascensores, llegamos a la planta que parecía ser nuestro destino. No sabría decir, pero seguro que estábamos a más de trescientos metros de profundidad.
-Señores, este es el despacho del general Grand. Les está esperando.
Antes de entrar, nos registraron completamente otra vez, aunque sólo me autorizaron entrar a mí, el enviado por el doctor Fastword. El coronel me abrió la puerta y dentro, sentado en un sillón aparentemente caro, estaba tranquilo, con la barbilla apoyada en las dos manos entrecruzadas, el general. Era un hombre mayor, unos cincuenta años. Pelo canoso y de buen comer. Su parecer daba confianza. Parecía un hombre apacible y tranquilo.
-Bienvenido James. Por favor, siéntese – decía mientras se levantaba y cerraban la puerta – Bien… espero que comprenda la gravedad de la situación. Si he dejado que entrara fue por la clave, está claro, pero… no es precisamente eso.
-¿A qué se refiere, señor? – pregunté nervioso.
-Hijo… el código que nos ha entregado es de código rojo: Aislamiento e infección.
-¿Cómo?... ¿qué quiere decir, señor?
-La información es limitada, hijo. El gobierno te agradece la rapidez con la que has traído el mensaje, pero ahora es asunto de los Estados Unidos. Te sugiero que nos lo dejes a nosotros.
-¡Pero señor! – alcé la voz levantándome bruscamente mientras él me miraba tranquilamente sin inmutarse apenas – mi profesor es mi amigo… debo ayudarle.
-Eres un miembro autorizado en la expedición y respeto tu osadía, pero… se ha llegado a un punto de emergencia. Tranquilo, te aseguro que enviaremos un equipo que se ponga en contacto físico con la base en Nome.
-General…
-Es todo, hijo. Márchate – me ordenó con voz calmada.
En seguida entró el coronel. Antes de que me invitase a salir de la habitación, dejé la tarjeta micro SD encima de su mesa. Haciendo un saludo, me acompañó junto a Carl y nos llevaron a la pista de aterrizaje y despegue. Subimos a la avioneta y nos obligaron a abandonar la zona aérea restringida en menos de diez minutos.
Joe encendió la avioneta. Carl y yo nos pusimos los cinturones y despegamos en poco tiempo, abandonando la base. Yo me llevé las manos a la cara y dejé llevarme por el lagrimeo. Carl apoyó su mano en mi hombro.
-¡Eh, eh! – gritó separándome las manos de la cara – Mira tío, no sé qué te dijo el tío vestido con el traje de la comunión, pero deduzco que no te “autoriza” volver.
-Es igual Carl – respondí secándome las lágrimas – déjalo.
-¿Qué? ¿qué has dicho enclenque? Mira nene, no te enseñé a evitar que te pegasen los malotes para que acabes llorando. ¡Joe! – pulsó el botón del intercomunicador – ¡Joe!
-“Dime, chaval”
-¡Nos vamos a Nome cagando leches!
-“¡Sí, señor. Así se habla!”

1 comentario:

  1. Hola Jesus. Perdona por no contestarte ayer mismo pero estaba un poco liado.A ver, necesitaría un correo tuyo para mandarte el relato entero y que tu vayas escribiendo tu parte. Las reglas son faciles, tienes que escribir un capítulo de 5 a 20 lineas (si es un poquito más no pasa nada) teniendo en cuenta que la historia termina en el capítulo 20. Vas a ser el 13 asique estamos aún en pleno nudo. Cuando me des tu correo te mandare el relato y un par de indicaciones más. Gracias por coolaborar

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