Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




martes, 15 de marzo de 2011

(XIX) 1 de Diciembre. Madrugada

1 de Diciembre. Madrugada

Llevaba una bata puesta, ensangrentada y rasgada. Debía ser un científico del laboratorio. Al estar vivo, nos confiamos y entramos en la habitación preguntando que qué es lo que había ocurrido… Fue el peor error que pude cometer en la vida. El individuo giró la cabeza con lentitud y nos miró. Tenía la mandíbula rasgada, casi sin carrillos, por lo que se le podía ver todos los dientes de esa zona. Las narices estaban desgarradas y una de las orejas colgaba de la zona temporal de la cara. Estaba tan destrozada que no pude identificarla.
La supuesta persona se levantó y, con una inmensa calma y lentitud, se acercó a nosotros mientras abría la boca de par en par emitiendo un ruido ronco y profundo. Como si intentase gritar y no pudiera.
-¡Eh, eh eh, tío! ¡Ni te acerques! – apuntaba Carl.
Mas el individuo se acercaba emitiendo unos gemidos tales, que me olvidé de por qué estábamos allí.
-¡Joder, Carl! – grité señalando el cuerpo muerto del suelo – ¡este tío estaba comiéndose a una persona, mira!¡¡¡ Joder, joder joder!!!
Y… ¡pum! La pistola que llevaba mi amigo hizo explotar la pólvora de la bala, lanzando el proyectil contra el pecho de esa cosa.
La bala provocó que el sujeto diera un paso atrás, pero a pesar de que era una herida mortal, siguió el mismo camino que comenzó y se dirigió de nuevo hacia nosotros. Carl comenzó a ponerse nervioso y yo le decía que me diera la pistola. No quería, se la cambiaba de mano. Como críos peleando por el arma. El individuo se acercaba y no conseguíamos nada. En un intento desesperado y evitándome, le volvió a disparar en el vientre, pero seguía sin surtir efecto. Sólo pequeños chorreones de sangre salían de los agujeros. Medio cargador malgastó disparando a diferentes partes del cuerpo, consiguiendo hacerle añicos la rodilla, mas el aparente bicho no parecía inmutarse. Cayó debido a que no podía apoyarse en una pierna, pero seguía dirigiéndose a nosotros, llegando a coger el pie de mi amigo.
Carl se puso nervioso, gritando mi nombre a diestro y siniestro pidiendo ayuda. Mientras él gritaba, corrí y golpeé cual balón de fútbol la mano que cogía su pie con tal fuerza que salió despedida de la muñeca. Pero fue tal, que la misma fuerza de mi pie que arrancó la mano sirvió para romperle el cuello, separando la cabeza casi de su lugar. Volví a vomitar. Esta vez cayó sobre el cuerpo de la cosa.
-Tío… Jimmy, me has salvado, gracias tío, gracias… - se abalanzaba a mí mientras se sumergía en un mar de lágrimas.
-¡Joder Carl, que esa cosa sigue viva! – grité mientras me abrazaba a espaldas de esa cosa.
La cabeza se movía, aunque poco. La mandíbula se abría para mostrar lo que pretendía ser un aullido pero sin ruido. Los brazos y piernas hacían el esfuerzo de volver a agarrar a Carl de nuevo. Pero este, volvió a apuntar con el arma y, a voz de “muere, cabrón, muere”, gastó el cargador contra todo su cuerpo. Pero cuando la última de las balas disparadas al azar alcanzó la cabeza, el bicho pareció haber dejado de moverse por completo.
Una sensación nauseabunda no dejaba de recorrerme todo el cuerpo. Dios… no tenía ni idea qué cojones era lo que estaba viendo, pero lo que sí podía asegurar es que era real. Con un cargador entero de la M1911 incrustado indistintamente por las diferentes partes del cuerpo era imposible pensar que aun siguiera vivo… mas lo estaba. Carl hincó las rodillas temblorosas en el suelo con unas lágrimas como puños, acompañadas de mucosidades nasales, lanzando un llanto silencioso. Acuclilladlo, le pasé el brazo sobre sus hombros e intenté calmarle y hacer que se levantara. Debíamos salir de allí cuanto antes. En lo último que pensaba era quedarme allí y encontrarme con lo que fuera eso. Sabía que algo nos ocultaban en la Base… lo sabía. Y mi profesor… ¿sabía algo? Joder, tenía en ese momento un mar de preguntas y ninguna respuesta. ¿Dónde están todos? ¿Y mi profesor?... ¿Y Paula? Qué bochorno de sensaciones incómodas.

2 comentarios:

  1. hola Jesus. Ante todo darte la enhorabuena por tu trabajo. Te escribo porque estamos escribiendo un relato encadenado, en total seremos 20 autores. va a capítulo por autor, yo soy el numero 12. Si estás interesado en participar pasate por mi blog donde podras leer la historia y yo te comento, no es de zombis, pero la historia promete XD. Saludos

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  2. Hola, Sergio.
    La verdad es que suena muy entretenido y creativo. Me apunto! Cuéntame cómo es! si no es aquí, por correo. Saludos!

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