Bienvenid@ a Apoptosis

Apoptosis nació hace unos años como un libro inspirado en el género 'Z'. Así, desde hace poco tiepmo, decidí ir posteando poco a poco el libro con la simple y única idea de entretener a cualquiera que pase por aquí e intentar dar una buena impresión. Comentarios, opiniones e incluso cambios de ciertas partes del argumento son cosillas que gustosamente acogería para la mejora del sitio.
¡Espero que os guste!




jueves, 31 de marzo de 2011

(XXVII) Diciembre. Orgullo y condena.

Diciembre. Orgullo y condena.

-Ni idea, Carl – seguía miraba al suelo – el chico que vino anoche mientras dormías estaba herido. Pero no muerto… Pero la enfermera se ha vuelto a levantar con una herida mortal. Y en mucho menos tiempo que lo que tardó este. Y el del laboratorio… Tenía rasgada la cara y un cargador entero en el cuerpo. Es imposible que pudiera vivir. Y lo hacía.
-¿Crees que son muertos? – preguntó.
-Yo qué sé, tío… Si me hicieras esta pregunta hace una semana te llamaría loco. Pero es lo que parecen…
Nuestra conversación fue interrumpida por los médicos, que nos dijeron que iban a evacuar todo el edificio. Habían llamado a los servicios de emergencia y no tardarían en llegar. En la calle, entre la pequeña multitud, observábamos todos expectantes la llegada de varios coches de policía y una ambulancia. Un total de cuatro agentes entraron en el centro. Había tal silencio que se podía apreciar el sonido de los golpetazos que esas cosas daban en la puerta. Al cabo de unos minutos, se oyeron varios disparos. Tras esto… nada.
Los tres policías restantes que quedaban entraron también dentro, sin saber lo que se iban a encontrar. No tenían ni idea de lo que pasaba. Ni siquiera sabían si eran un par de locos o un par de criminales. Esa gente hacía su trabajo.
No avanzaron mucho por el interior del edificio, pues salieron en seguida todos los policías que entraron menos uno. Estaban sudorosos. Dos de ellos manchados de sangre reseca. Nerviosos. Uno de ellos, abandonando el grupo, se dirigió al coche e informó por radio que había un muerto y un herido.
-¡Llevad a Bill a la ambulancia y que le trasladen de inmediato!
El médico encargado de dirigir el centro fue corriendo a hablar con el jefe de patrulla.
-¿Qué ha ocurrido ahí dentro?
-Si se lo digo, no me creería.
-Yo creo que sí – afirmó.
Serio y con la mano derecha rascando la zona de la nuca, le contó que comenzaron a disparar contra ellos sin surtir efecto, hasta que dieron en la cabeza, donde cayeron en seco al suelo. Una de esas cosas se abalanzó contra el primero del grupo y le mordió el cuello, desgarrándole casi la mitad. El resto se podía prever. Murió en poco tiempo. Bill, según contó, tuvo ‘más suerte’ y sólo recibió un arañazo en la cara, al intentar esquivar un manotazo.
El agente no podía explicarse nada. Estaba sudando, impresionado ante lo que había visto. A mí me volvió a recorrer un sudor frío por el cuerpo mientras Carl, en un intento desesperado, corrió hacia los médicos de la ambulancia para impedir que se llevasen al herido. Las explicaciones, sin sentido ante los oídos y mirada de los graduados y conductores, entraban por un oído y salía por otro. El médico que le cosió el brazo (lamento no recordar su nombre) interrumpió la conversación que tenía y corrió hacia Carl para corroborar ante el resto lo que había dicho. Mas la ley era la ley, y esa gente tenía que cumplir con su obligación, según explicaban. El jefe de patrulla se acercó a ellos y, ayudando a cerrar las puertas de la ambulancia con fuerza y cierto tono de poderío, ordenó que llevasen a su hombre a un hospital para que fuese curado y recibiera tratamiento. “No voy a arriesgarme a perder otro compañero por tonterías”, aclaró.
El lugar fue rodeado por un cordón policial. Carl, volviendo hacia mí, me sugirió que saliéramos de aquel sitio  lo antes posible. No le hizo falta decírmelo dos veces, así que, mientras que existía todavía algo de bullicio, decidimos largarnos. ¿A dónde? No lo sabíamos. Pero eso sí: lejos.
Mientras caminábamos por una calle, el sonido de la ambulancia permitía dibujar con el oído el recorrido que hacía.

2 comentarios:

  1. Leido! en formato libro cuánto sería lo que llevas ya publicado?? :D
    por cierto, he fichado una película de zombis que quiero ver este finde jajaja

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