27 de Noviembre. Atardecer.
-¿Cómo? – interrumpió – pero… si no tenemos cabinas de contención…
-Lo sé, lo sé – continuó Balance – esto se debió prever, pero henos en esta situación, debemos confrontarla lo mejor que podamos. En cuanto lleguen, decidiremos.
-Me parece buena idea. Yo seguiré haciendo pruebas al animal…
No pasó mucho tiempo después cuando apareció el grupo restante delante de la cámara de vigilancia, en las puertas de la sala de desinfección. Todo el equipo de científicos acudió al laboratorio, más concretamente, a la zona acristalada para recibir a los colegas y “sus problemas”.
Yo estuve entre el equipo observando la entrada de todos a la sala para proceder a la desinfección. Todos estaban como idos… como si hubieran visto una aparición. Serios, con la mirada perdida y sin saber qué decir. Mi profesor también estaba así. No pude evitar coger el micrófono y hablarle.
-Profesor, ¿se encuentra bien? ¿qué ocurre?
El señor Fastword alzó la cabeza y me miró. Más que tristes o preocupados, como yo pensaba, parecían extrañados, y no sin razón.
-James, no hay radiación – confirmó.
El grupo que estaba dentro del laboratorio se extrañó de nuevo y comenzaron a murmurar entre ellos.
-Profesor – añadió Balance – ¿qué quiere decir?
-A pesar de haber estado expuestas a los posibles daños biológicos, y no radiactivos como en menor medida pensábamos, no presentan nada fuera de lo normal… habrá que indagar en esto. Haremos lo siguiente – propuso – si os parece bien. Pasarán la noche en la segunda cabina de contención-desinfección. Tomaremos las pruebas que sean necesarias y ya decidiremos.
El equipo debatió durante un tiempo antes de tomar la decisión. Hubo científicos que se abstuvieron (la gran mayoría), otros se negaron… pero entre la capacidad de liderazgo de mi profesor y el apoyo de algunos de sus colegas, aceptaron, algunos a regañadientes, a que se quedasen “dentro”. Aquellos que dijeron “no” mostraron cierta decepción. Se percibía cierto temor entre ellos. A que pasara algo… no sé. Parecía como si supiesen que iba a ocurrir algo, pero no dieron una voz por no anteponerse y respetar a los demás colegas.
El resto de muchachos que salieron fuera, entraron al laboratorio y comenzaron a trabajar junto a los demás. Fastword se dirigió a mí y me dio las gracias por haber estado atento a sus indicaciones y por haberle tomado los apuntes que pidió.
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